Amante Ibiza

Todo comenzó con una recomendación casual de nuestro conductor de Uber, pero Amante resultó ser una experiencia inolvidable. Ubicado en una cala rocosa con vistas espectaculares al mar, el entorno parece sacado de una postal. Fuimos a almorzar, pero nos quedamos mucho más tiempo, hipnotizados por la brisa marina y la música suave de fondo. La paella de plancton con gambas fue una delicia: sabores delicados y cocción perfecta. También destacaron las croquetas y el risotto de tinta de calamar con vieiras. El ambiente es elegante pero relajado: llegamos en ropa de senderismo y nos recibieron con una sonrisa. En un cumpleaños incluso trajeron un postre con vela, un gesto muy considerado. El servicio fue atento, aunque en otra mesa olvidaron un plato. Las camas balinesas se agotan rápido, pero conseguimos reservar ese mismo día. El precio no es bajo, pero cada euro se justifica con la calidad, el lugar y la experiencia.